Especial de Vilma Lilia Osella
Ituzaingó tiene los atardeceres rojos como los del Mediterráneo de Joan Manuel Serrat; arenas doradas en sus playas que bien temprano abren sus paradores y sombrillas en impecable oferta; un Paraná cristalino de 4500 metros de ancho, midiendo desde la costa hasta la isla de Apipé, donde los pobladores no usan autos sino bicicletas y caminan todo el tiempo. Hasta cuando asisten masivamente a casamientos, cumpleaños y toda fiesta familiar que siempre se sociabiliza, aunque como buenos guaraníes, sostienen familias muy cerradas. Contradicciones de la vida.
Ituzaingó tiene también 145 años de edad, amaneceres musicales con entonadas calandrias, tordos, zorzales, bienteveos y el chouí que mejora con su exclusivo canto, este natural concierto mañanero que se extiende hasta el crepúsculo. Arbustivas autóctonas acicalan sus costas: ceibos, tacuaras, tatané, sauces llorones, sapirandí, agucú, pacurí, entre otras. Árboles: guayaba, hinga, palo borracho, jacarandá, chivato, lapacho, timbo (por recordar algunos de los nombres que nos facilitó el agrónomo Julio César Vallejo), entremezclan sus diversos tonos con los arbustos y componen la mejor promesa verde para la vista de cualquier viajero que observe la rompiente desde el ángulo menos pensado. Sí. Es un vergel que dobla o casi triplica su población fija de 21 mil habitantes, en enero y febrero cuando la gente se agrupa para disfrutarla. “Tenemos en la ciudad más de 50 mil personas en alta, cuando se nos agregan los turistas. Hay una oferta de 850 camas. Es que los camping, cabañas, bungalows y las casas de familia que ofrecen habitaciones y los que tienen sus casas de fines de semana, completan el resto del número”, comenta la incansable Viviana Mettifogo, Secretaria de Turismo de la ciudad. La misma que lleva adelante la Fiesta Nacional de la Doma y la Yerra en el mes de noviembre , cuando cerca de 7 mil personas se acercan alternativamente al Polideportivo Municipal San Juan Bautista, para gustar las destreza de jinetes domando a potros en pelo; comidas y artesanías típicas; la elección de la guainita (y sus dos princesas; la yerra y un simpático concurso de guisos para los cuales Viviana compra los elementos, a excepción de los condimentos, típico “secreto de la cocinera”. Chamameceros por excelsitud, los ituzangueños le ponen color a la fiesta, honrando a los numerosos conjuntos musicales que ofrecen su arte, con maestría y zapateos en fervorosos bailes, siguiendo con pulcritud, el ritmo desplazado del primer tiempo al tercero, como dicen que así se hace, los estudiosos del chamamé.
Los eventos son uno de los atractivos de esta ciudad ribereña: en enero, sol y playa y la Fiesta de la Energía; a la playa, se agregan en febrero los carnavales con sus magníficas carrozas y sus bellas mujeres engalanadas; en marzo, la Apertura del Rally Misionero; en abril, la Semana Santa; en mayo y junio hay Congresos y Convenciones; en julio, el Concurso Integración Pesca del Surubí; en agosto, el Aniversario de la Fundación del Pueblo; en septiembre, Feria del Boulevard y el Día Internacional del Turismo; en octubre, Fiesta del Turismo y Actividades Náuticas; en noviembre, la Fiesta Nacional de la Yerra y el Encuentro de Motoviajeros. “Tenemos un Centro Cultural que nos honra. La sala mayor, tiene capacidad para 544 personas sentadas; hay dos salas menores, otro espacio para muestras pictóricas, un comedor debidamente acondicionado. Los murales del entorno son trabajos de escultores de la capital correntina y representan la leyenda del pombero. Vamos a consolidar y aumentar el acerbo cultural y natural de nuestro pueblo”, asegura el sólido empresario y actual intendente de Ituzaingó, Manuel Valdés. El fue quien cambió el slogan de la ciudad por el actual: Ituzaingó, Naturalmente. “Naturalmente todo: lo cultural, lo ecológico, lo natural. En una palabra abarcamos todo lo que ofrecemos. Hay una buena conciencia de la Cámara de Turismo que apoya la actividad de playa, la de los fines de semana, las excursiones de pesca, el servicio completo que se ofrece a grupos de pescadores, el alquiler de embarcaciones con los mejores guías”, agrega. En el afán de dar mejor respuesta a las exigencias de mercado, la gestión actual prepara el lanzamiento de un hotel de 4 estrellas, de la cadena Inn: el Atlas Inn. “Se entroncará al lado del Club Social que fue reconstruido en la gestión anterior que llevó a cabo mi hermano, Octavio Valdés. Será un especial balcón hacia el Paraná y a mediados de 2008 entrará en servicios”, expresa el intendente quien sabe que para llevar a cabo esta obra necesita también la puesta en valor de la red cloacal. “ Es una deuda que tiene el Ente Binacional con la ciudad de Ituzaingó”, dice, aduciendo a la entidad que lidera la represa Yaciretá, otro de los atractivos de estos pagos. Y agrega: “Hicimos un pedido formal de resarcimiento que incluye también la reparación de un barrio obrero, de 6 escuelas , la ampliación de la ruta de acceso y la construcción de una rotonda con muy buena iluminación en la entrada principal y el otro acceso a Ituzaingó. El acuerdo está en proceso de licitación”,expresa.. Piensa también en un Museo Antropológico después de encontrar en la región piezas y restos humanos de más de 10 mil años atrás. Y en el rescate de la Zona de Iberá armando un Centro de Interpretación en las lagunas Tavé, Valle y Luna. También en la implementación del guaraní como lengua dentro de la curricula escolar.
Atractivos
El Club Social, que recuperó sus puertas y ventanas de roble de Eslabonia, su techo de ladrillo y tejas y su piso de mosaicos españoles, se abre hoy a toda la población para cualquier tipo de demanda y se puede visitar. Al lado está el Museo de Campo que muestra abalorios tradicionales donados por familias patricias: desde arados, tractores, una estufa a kerosén, un Registro de Marcas y Señales, fonolas y planchas diversas, hasta un yacaré, un tatú y una mulita, pasando por espuelas de baile y un catre con tientos, entre cientos de objetos que ejemplifican la historia rural de la región y donde no falta el rancho de junco en sus paredes y paja colorada en el techo, que todavía se ve en las afueras de Ituzaingó.
Las dos plazas más importantes “General San Martín” y “Centenario” tienen plantas exóticas y autóctonas y estatuas de interés que bien valen un paseo. Y el Anfiteatro Salvador Sena, que espera su puesta en valor, memora a este genial bandoneonísta e imprime, a modo de homenaje, en sus paredes nombres de músicos locales. Allí se realiza el Festival Provincial de Chamamé . La parroquia San Juan Bautista, Patrono de la Ciudad, es de fino estilo neoclásico. Se inauguró en 1904 y conserva en su altar mayor la Purísima Concepción de Piedra que perteneció a las Reducciones Jesuíticas. Hay otra de madera que fue rescatada por toda una población en un enfrentamiento con soldados brasileños, en 1816. La casa de Bernardino Valle, uno de los fundadores de esta ciudad, está sobre el río en “Puerto Mamá”. El precursor era navegante y efectuaba allí la carga y descarga de mercaderías que se traían por vía fluvial, única vía por entonces, de intercomunicación y comercio. Muchas casas antiguas están siendo rescatadas desde un concepto de conservación patrimonial, respetando su diseño natural y son un componente diferenciador de este destino turístico, cuidado por su municipio.
El Paseo de los Pioneros, ubicado en la desembocadura del llamado Zanjón de Loreto, ofrece una óptica especial: los atardeceres maravillan y su completa composición natural le valió la declaración de Patrimonio Histórico Natural. Las Estancias son otra oferta para el pasajero. Una de ella, San Juan Poriahú, está ubicada en Loreto, localidad cercana a Ituzaingó. Fundada por los jesuitas en el Siglo XVII es un paso alternativo hacia los Esteros del Iberá. Esta especie de santuario de la vida natural, permite el reconocimiento de la flora y la fauna en esta Reserva Provincial, que es la tercera de agua dulce del orbe y el segundo humedal de América del Sur. Yacarés, carpinchos y ciervos de los paisanos, son integrantes de esta rica área biológica y al igual que numerosas aves, son avistados en recorridos escoltados por guías expertos.
La Represa de Yaciretá merece párrafo aparte: es una de las más importantes del mundo y sus instalaciones están abiertas a quien quiera conocerlas. Genera energía eléctrica para toda América Latina. Yaciretá, “lugar donde brilla la luna” fue la isla inundada para construirla. El precio duro que pagó el ecosistema para que este emprendimiento magnífico de llanura, ofreciera mejoras a paraguayos y argentinos, socios en la idea de progreso. El edificio de la Casa de Máquina donde se alojan 20 generadores (fabricados por dos consorcios: uno japonés y otro alemán, italiano y brasileño) transforman en electricidad la energía que proveen las turbinas. Estas se fabricaron: 9, en Estados Unidos; 4 en Canadá y 7 en Argentina, con un diseño preparado a medida de Yaciretá. Tienen la forma de una hélice con 5 palas, de 9,5 metros de diámetro y permiten en paso de 800 mil litros de agua por segundo. Un solo operador, desde una computadora regula su funcionamiento. Cada generador con su turbina se vincula con otro generador que eleva la tensión de generación de 13 mil a 500 mil voltios para Argentina y a 220 mil voltios para Paraguay.
El edificio donde están los generadores tiene 70 m. de altura por 80 m de ancho y 816 m. de largo el equivalente a un edificio de 20 pisos construido en 8 manzanas. Enormes grúas abren y cierran las compuertas y efectúan tareas de mantenimiento o refracción. En Argentina, esta energía llega a millones de hogares y establecimientos industriales y comerciales del NOA, del NEA, de Cuyo, Centro y Sur del país. Durante la creación de la represa trabajaron más de 8 mil personas a ambas márgenes del Paraná. Para alojarlas se edificaron en Ituzaingó, 2600 viviendas. Son las que se piden hoy reestructurar para una mejor calidad de vida de sus pobladores. En Ayolas, Paraguay,( el otro punto continental de la represa) se construyeron otro tanto de viviendas y 6.716 plazas en pabellones con luz eléctrica, agua corriente, red cloacal, pavimento, centros comerciales, escuelas, centros culturales, hosterías y clubes. Estas obras compensatorias son las que reclama el intendente Valdés para igualarnos con el país hermano en desarrollo económico y social. Hay un Centro de Relaciones Públicas del Ente Binacional. Si el viajero se acerca, mira un video, se documenta y es trasladado gratuitamente en combis con guías técnicas que explican el recorrido.
Un grupo de biólogos y de ictólogos trabaja hoy para el reimplante de peces: dorados, pacúes y patys son rescatados de las turbinas o su fuerza circundante para curarlos y llevarlos nuevamente al agua.
Qué dicen los que saben?
“Yo llego recién a conocer Ituzaingó. El habitante que frecuentaba de niño ya no existe. El era como el Cid Campeador; guerrero, sólido, curtido, mujeriego y solidario. Andaba a caballo y llegaba al campo a ordeñar, a controlar la tropilla, con su bombacha pinzada, su cinturón colero o su faja, el cuchillo de plata resguardado en la cintura. Vivía puerta para adentro, celoso de su familia. Y de su pureza fundacional. Luego llegó la Obra y la ciudad se pobló de extranjeros que trajeron otras costumbres, la gente se fue a trabajar a la represa y dejó la actividad del campo tradicional. Ahora se forestaba y se desforestaba, (hay en la región un desarrollo agroforestal de 42 millones de dólares, sin contar Tornskin); se comía hamburguesas y salchichas de Viena en pan pebete, se vestía diferente, se aceptaba lo foráneo. Era el hombre montaraz, más parecido al misionero, que se mueve a las 5,30 a.m. en camiones o camionetas hacia los obrajes, a los montes. Un hombre que dejó ser campesino porque se achicó la ganadería. Y ya pensaba distinto. Y se terminó la obra. Y llegó otro hombre que tiene en su ciudad mejor sanidad, más confort, centros culturales. Hubo más intelectuales, más técnicos, mayor índice de profesionales, más plásticos, más bailarines porque dos institutos de danza se asentaron para quedarse. Y es el progreso, el cambio... ¿la adaptación? No sé. Este hombre ituzangueño post Yaciretá está buscando una definición”, afirma Miguel Raúl López Breard, escritor, historiador, académico provincial, 18 títulos, 11 de investigación histórica, algún diccionario y otros libros de cuentos. Es bisnieto de un patricio de quien heredó su histórica casa, de puertas y ventanas de sólida madera que permanecen abiertas porque esa es su forma de vida. Es estanciero, pensador. A las 5.00 sale a controlar su establecimiento rural. Regresa a almorzar, hace la siesta y escribe sin remedio. “Yo escribí un cuento que no llega a ser leyenda porque no ha transcurrido suficiente tiempo para que así lo sea, donde hablo del cacique Itú, con fama de valiente, que se enamora de la hija de su enemigo y a la que debe renunciar. Un día sale a cazar y no regresa. Y lo encuentran colgado de un timbó en la barranca. Y el primero que lo divisa dice Itú osaingó. Itú esta colgado. Y así es que este pueblo se llama Ituzaingó. Esa es la ficción que prendió en la memoria colectiva. La verdad es que el pueblo le debe el nombre a la batalla que libra el General Alvear en el río Ituzaingó, donde consigue reducir a los bandeirantes que querían conquistar Uruguay. Y lo fundan tres precursores: Bernardino Valle, Francisco López y Juan Rivera. Este último era descendiente de Tupac Amarú y se cambió el apellido, fue a Buenos Aires a buscar a su abuelo y Rosas le dio campos en estos lares. Francisco López era hijo natural de Pampín, gobernador de Corrientes quien le regaló un campo. Y Valle viene al país con Garibaldi, se queda en la ciudad de Corrientes y compra un barco con el que navega con mercadería y pasajeros. Y luego se compra un campo. Los tres, deciden solicitar al gobernador Manuel Ignacio Lagraña, viendo la importancia del puerto para sus negocios, la instalación de un pueblo... y lo logran: es la tía de Valle, que por entonces ya gobernaba la provincia, Ildefonsa de Galarza, quien el 12 de agosto de 1864, les otorga la mensura que delineaba el amanzanamiento. El 24 de febrero de 1864 se funda el pueblo”. Miguel Raúl López Breard, biznieto de Pedro Breard, jefe de la Casa Real de Napoleón, es quien hace estas afirmaciones.
“Pero el Ytú estaba poblado por guaraníes y asentado en las regiones del Guayrá, donde nacen los ríos que desembocan en la Cuenca del Plata. La cultura guaraní predomina en la zona y para que no se pierda este acerbo estamos trabajando en la promulgación de una ley para oficializar ese idioma en la provincia de Corrientes”, dice la profesora Asela Liuzzi, autora del libro Ituzaingó Táva Guaraní, ( Táva es pueblo pequeño), quien integra en la Honorable Cámara de Diputados y Senadores, el equipo interdisciplinario para la promulgación y reglamentación de la nombrada ley que apoyará el afianzamiento y la difusión del guaraní en toda la provincia de Corrientes Y así será porque es el idioma ancestral de los pobladores de la región. Y que lo diga un forastero, cuando se acerca a un grupo de correntinos y hablan en guaraní de corrido y entonces queda pagando. Sí. Está totalmente vigente. Y representa a quienes habitan este suelo arenoso, de clima subtropical a donde no debe nadie dejar de llegar para observar la luna, alta luz del silencio que deslumbra; el río que seduce; los maravillosos esteros; los árboles gigantes que buscan el cielo; los coloridos arbustos que se tutean con el agua y el puerto que añora otro tiempo. Y disfrutar un chamamé; mirar a un pibe contorsionarse al ritmo de la acordeona y soltar un sapucay para asimilarse a esta larga memoria guaraní.
Rutas: desde Buenos Aires, Ruta Nacional 14 pasando por Virasoro y luego Ruta Provincial 120 hasta Ruta Nacional 12. Allí, se gira a la izquierda 32 Km.
Desde Corrientes, capital, Ruta Nacional 12.
En bus desde Buenos Aires, en avión hasta Posadas y luego 90 Km. en bus.
Más informes: 011 4802 9299
jueves, 3 de abril de 2008
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