sábado, 11 de agosto de 2007

Serie: Paseos Por Buenos Aires

"PLAZA SAN MARTIN :HISTORIA , ARQUITECTURA Y ELEGANCIA

La plaza San Martín, que cobra ese nombre en el centenario del nacimiento del prócer (1878), fue transformada y convertida en un bellísimo paseo por el arquitecto paisajista Carlos Thays. El artista, con su exquisito gusto y sus predilecciones naturistas, contribuyó de manera fundamental a la transformación de esta plaza. Así, jacarandaes, tipas, tilos, palos borrachos y magnolias la predisponen atractiva: su fastuoso entorno edilicio, sus esculturas y la proximidad con la calle Florida, la convierten en un paseo imperdible.

En el próximo viaje a Buenos Aires, bueno es merodear la Plaza San Martín, comenzando por observar el Monumento al Gral. San Martín y a los Ejércitos de los Andes realizado por el escultor francés Louis Joseph Daumas.
Este fue el primer monumento ecuestre que se erigió en la República Argentina. Arquetípico, ya que en otras plazas del país se repite la misma figura. A principios del siglo XX (1910) el escultor alemán Gustav Eberlein realizó un basamento que elevó el monumento y se completó con 4 grupos escultóricos que representan “Partida hacia la guerra”, “La Batalla”, “La Victoria” y “El Regreso del Vencedor”. La escultura del frente del monumento representa a Marte y una serie de bajorrelieves recuerdan diferentes batallas de las luchas por la independencia de Argentina, Chile y Perú.

El Círculo Militar, cuya construcción semeja al Palacio del Louvre, fue la residencia del fundador del diario La Prensa: José C. Paz. Consta de planta baja y cuatro pisos y su hall central y recepción son una réplica del Palacio de los Inválidos, de París. Funciona aquí el Museo de las Armas, fundado por Julio Argentino Roca.
Espera a los turistas la calle Florida, para tentarlos con galerías y locales distinguidos con la mayor variedad de ofertas.
Bueno es conocer el Edificio Kavanagh que fue, por algunos años, la estructura de hormigón armado más alta del mundo. Mandado a construir por Corina Kavanagh, para cobrarse una venganza con los Anchorena, que impidieron su matrimonio con un hijo por no ser patricia, este edificio de 120 metros, reduce en forma gradual la superficie de sus plantas, en función de máximas establecidas por el Código de Edificación, escalonamiento que da lugar a una serie de terrazas-jardín. Fue proyectado y dirigido por el estudio Sánchez, Lagos y De la Torre. Presenta en su fachada elementos pertenecientes a la arquitectura racionalista, estilo que caracterizó a las construcciones a partir de la década del ‘30.


El Palacio San Martín, actual sede ceremonial del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, fue hasta 1936 residencia de la familia Anchorena. El proyecto fue realizado por el arquitecto Alejandro Cristophersen hacia 1906 y se trata de un solo edificio con tres residencias independientes en torno a un hall central. El eclecticismo característico de Christophersen se manifiesta aquí y se conjugan elementos del academicismo francés y del estilo borbónico.
Es de destacar la fachada de la nueva sede de la Cancillería, un “curtain wall” que busca un diálogo con el palacio, a base de los reflejos en los cristales y su remate amansardado de indudable filiación posmoderna.

En la misma plaza, cerca de la barranca natural que se cae a Leandro N. Alem, puede observarse el Cenotafio que recuerda a los caídos en la Guerra de las Islas Malvinas de 1982. La vista aérea de este predio representa el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (T.O.A.S.)
Dicho cenotafio, consta de 25 placas de granito negro con los nombres de los 649 soldados que perdieron la vida durante el conflicto armado, 25 escudos (Uno de cada provincia, otro del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el restante, el Escudo Nacional). En el ala izquierda se observa la silueta de las Islas Malvinas y sobre éstas una lámpara votiva, símbolo del eterno recuerdo.
Alrededor del mástil, el trazado del piso simboliza a la escarapela nacional con sus lajas de dos colores, y a la entrada una cruz realizada en laja negra. Lo custodian las tres fuerzas armadas nacionales (Marina, tierra y fuerza aérea), como así también por el Regimiento de Patricios y el Regimiento de Granaderos Gral. San Martín.

La construcción de la Torre Monumental fue encomendada por los residentes británicos en nuestro país para conmemorar el centenario patrio. Inaugurada en 1916, el proyecto original fue realizado por el ingeniero Ambrose Poynter. Para la construcción se utilizaron técnicos, obreros y materiales especialmente traídos de Inglaterra. Su estilo es renacentista, según la tendencia imperante a fines del siglo XVI en Gran Bretaña. Sobre el friso se destacan los escudos de Argentina y Gran Bretaña. Las inscripciones en francés “Dieu est mon droit” y “Honni soit qui mal y pense” significan “Dios es mi derecho” y “Deshonor al que piense mal de esto”, y son frases históricas de la monarquía británica. A 35 metros de altura se encuentra el reloj, cuyos cuadrantes miden 4,40 metros de diámetro, realizados en opalina inglesa. El funcionamiento de la maquinaria es a péndulo y pesas. Posee un sistema de cinco campanas que son las voces sonoras del reloj. La cúpula que corona la torre está recubierta de láminas de cobre sobre la que se apoya una veleta que representa una fragata de la época isabelina. Todo el mundo la conoce como la Torre de los Ingleses y durante la guerra de Malvinas fue duramente atacada por fervorosos nacionalistas.

A uno y otro lado están la estación Retiro y el hotel Sheraton. En la primera, más precisamente en la Estación Mitre, hay una confitería que está considerada “Bar notable” de la ciudad. Conviene sentarse a tomar algo. Previo haber recorrido las remozadas instalaciones de esa estación. Para los menos nostalgiosos está el Sheraton donde siempre se puede uno llegar a tomar un buen café. Y por hoy nada más. Usted habrá hecho el paseo sin ninguna prisa, lo habrá disfrutado y tiene derecho a descansar.

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