FLORES, Rincón de recuerdos… novelas de amores
Barrio hoy, San José de Flores fue creado a los costados del Camino Real (actual Avenida Rivadavia), por buena voluntad de Ramón, el hijo adoptivo de Juan Diego Flores, sobre la base de su chacra, que se extendía desde el actual Cementerio de Flores hasta la avenida Álvarez Jonte, pasando por lo que hoy es el centro del barrio. Ramón donó primero una manzana para la construcción de la futura iglesia, otra para la plaza y una tercera para los mataderos públicos. Las demás tierras se parcelaron y vendieron. Cuando en 1806 fue instalada una nueva jurisdicción eclesiástica, nace el Curato de San José de Flores, que terminó por institucionalizar el nombre del pueblo, después partido provincial y por último barrio de Buenos Aires.
Con el correr del tiempo, San José de Flores se fue convirtiendo en lugar de descanso para muchas familias adineradas del centro de la ciudad. Sus quintas de fin de semana y las mansiones que se construyeron dieron origen a una época de esplendor y grandes lujos: ilustres personalidades tuvieron propiedades en Flores. No sólo fue escenario de pomposas fiestas, sino también de importantes acontecimientos históricos de resonancia nacional, como la promulgación por Urquiza de la Constitución de 1853 y la firma del pacto de San José de Flores.
Cuando Juan José Castagnino, Enrique Policastro y Demetrio Urruchúa decidieron pintar los murales en la cúpula central de la Galería de Flores – Av. Rivadavia 6830 -, no podían imaginarse que se convertirían en un producto de venta turística. Exponentes los tres del llamado muralismo social, el que deja constancia de la época en que se vive, lucen hoy esplendentes en ese ámbito artístico –comercial, por donde se empieza a recorrer Flores (“recuerdos queridos, novelas de amores” le cantaba Alberto Morán con la orquesta de Pugliese, clavel rojo en la solapa).
El paseo sigue
Si usted parte desde allí, el inmediato destino es la Escuela Museo Juan José de Urquiza que desde 1963 alberga, en su seno, un magnífico Museo de Bellas Artes con más de 300 obras entre dibujos, pinturas y esculturas de Quinquela Martín, Soldi, Vergottini, Perlotti y otros excelentes artistas. La tarde, como vemos, seguirá transitando arte en este barrio que fuera pueblo y luego partido hasta que se uniera a la ciudad. En este barrio donde, tiempos pasados, se ofrecían las mejores tertulias porteñas, en las elegantes casonas de sus quintas, a las que acudían las más selectas señoras ataviadas con trajes fastuosos y caballeros. Y, para ser justos, donde fueran consolidados hitos históricos, como el Pacto de San José de Flores, por ejemplo.
Se arribará después a la Plaza Juan Martín de Pueyrredón. Formada en la manzana donada por la familia fundadora del pueblo, sirvió de parada de carretas, campamento de tropas, celebración de fiestas patrias y lugar de ajusticiamiento de delincuentes. Se instaló en ella, la primera calesita para niños y en diversas oportunidades fue apta para el funcionamiento de ferias, tómbolas y bazares benéficos, en general organizados por la Sociedad de Beneficencia de San José de Flores. La estatua de Juan Martín de Pueyrredón, obra del escultor Rafael Hernández, luce su imponente figura desde mayo de 1911 y el mástil de 25 metros de altura con frisos de bronce de Luis Perlotti, fue inaugurado en 1937. Una serie de esculturas de artistas argentinos ornamentan la plaza: “La Espera”, “Las Tres Gracias”, “Canción” y “Monje bajo la lluvia o Contravento”.
La Basílica
La Basílica de San José de Flores, magnífico edificio parroquial inaugurado el 18 de febrero de 1883. Vino a reemplazar un templo anterior habilitado en 1831 por el gobernador Juan Manuel de Rosas. Los maestros constructores Andrés Simonazzi y Tomás Alegrini tomaron a su cargo los trabajos de construcción sobre un proyecto de los arquitectos italianos Benito Panunzi y Emilio Lombardi.
La Parroquia fue elevada a la categoría de Basílica por el Papa Pío X el 28 de abril de 1912.
El 28 de octubre de 1956 tuvo lugar la Coronación Pontificia por Pío XII de la imagen de San José, que se venera en el altar mayor.
La Casa Marcó del Pont es otro atractivo del paseo: allí solían reunirse en amables tertulias José Marcó del Pont (hijo de Antonio), Enrique Peña, Alejandro Rosa, Aurelio Prado y Rojas, Ángel Carranza, Bartolomé Mitre y otros que 1893 fundaron la Junta de Numismática Americana, convertida con el tiempo en la actual Academia Nacional de la Historia. Y el paseo termina en la Estación Flores del Ferrocarril Oeste, de interesante prosapia. Un barrio lleno hoy de vida social, artística y comercial que se vale por sí mismo, que cuida su historia y aparece en los versos de los vates que lo habitan…
Vilma Lilia Osella
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vilmaosella@gmail.com
jueves, 16 de agosto de 2007
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